Una
visión de conjunto de la historia de la catequesis enseña algunas lecciones.
Por ejemplo: ¿qué aspectos de la catequesis se destacan más en cada época y
cuáles menos? Además, alerta sobre lo que es fundamental y sirve de revisión
(DGC 35).
La
catequesis de Jesús y de los Doce es fundamental en el desarrollo de las
primeras comunidades (Hch 2,42;CT 10) y es modelo permanente. El anuncio del
Evangelio, con sus constantes (tema 1), es la semilla de la catequesis. Los
discípulos van por todas partes anunciando la buena nueva de la Palabra (Hch
8,4;18,2.18;CF 69). Se distinguen ya unas etapas: siembra de la Palabra,
crecimiento, fruto (Mc 4,1-20). El objetivo es hacer discípulos, enseñando todo
el Evangelio a los hombres (Mt 28,19-20). El catequista aparece como el que
instruye en la Palabra (Ga 6,6;CF 31). La catequesis (principalmente de
adultos) se realiza por inmersión en la vida de la comunidad.
En
los siglos III y IV, obispos y pastores consideran como parte esencial de su
misión catequizar de palabra o por escrito (CT 12). Es la época del
catecumenado, punto de referencia para los catequistas de todos los tiempos (CF
70). El catecumenado nos recuerda que la catequesis supone un proceso, unas
etapas y unas tareas.
El
catecumenado desaparece hacia el siglo VI. La catequesis se convierte entonces
en una explicación somera de las verdades de la religión. Es la instrucción del
domingo. En esta instrucción se explica el símbolo de la fe y el padrenuestro,
aprendidos de memoria, con el enunciado de los principales deberes.
Al
parecer, según se avanza hacia el siglo XIV, se va descuidando la instrucción
religiosa. Jean Gerson (1363-1429) desea un tratado sobre los principales
puntos de nuestra religión, especialmente sobre los mandamientos, para la
instrucción de los simples, a los que no se hace ningún sermón, o sólo sermones
raros o malos. Y escribe él mismo el ABC de las gentes sencillas, de gran
utilidad y provecho, en que expone los doce artículos del Credo, los diez
mandamientos, los consejos evangélicos, la oración dominical, las siete
virtudes, los siete dones, las siete bienaventuranzas, los siete sacramentos.
El
Concilio de Trento, espoleado por la reforma de Lutero, que había puesto la
Biblia en manos del pueblo y había redactado dos catecismos (mayor y menor,
1529), requiere la formación del pueblo, particularmente de los niños.
Despierta en obispos y sacerdotes la conciencia de su misión catequética.
Considera prioritaria la reforma del clero y del catequista. La catequesis no
queda reservada a los párrocos y a los padres; se encomienda también a
maestros, religiosos y a todo seglar dispuesto a colaborar (CF 71). Fruto del
Concilio es el Catecismo romano (1566). En el siglo XVI sucedían estas cosas
que denuncia Bartolomé Carranza: Hay millares de hombres en la Iglesia...(que),
quitado el título y algunas ceremonias de cristianos, de la sustancia de su
religión no tienen más que los nacidos y criados en las Indias (Catecismo
cristiano,1558).
A
pesar de los esfuerzos realizados, continúan operando en la sociedad moderna
las causas profundas de descristianización. La catequesis no alcanza al
conjunto de los cristianos ni tampoco consigue, en muchos casos, infundirles
una fe viva. En el siglo XVII dirá San Vicente de Paúl: El pueblo,
señaladamente el del campo, no está instruido. Con la implantación, por parte
del Estado, de la enseñanza escolar obligatoria a finales del XVIII, se
generaliza la catequesis escolar que alcanza a todos los niños, pero la
religión se convierte en una asignatura que hay que saber. El Concilio Vaticano
I comprobará la crisis del catecismo en medio de una sociedad que se organiza
al margen de la Iglesia.
Ya
en nuestro siglo, San Pío X con su encíclica Acerbo nimis (1905) dará la voz de
alarma que sacudirá muchas conciencias: Tanto la actual indiferencia y
embotamiento de los espíritus como los gravísimos males que de ahí se originan
reconocen por causa primaria y principal la ignorancia de las cosas divinas. Y
esto sucede no ya entre las naciones bárbaras, sino aun en las mismas que
blasonan de cristianas. Por su parte, Pío XI (Orbem catholicum,1923) crea el
Oficio Catequístico Central, cuya función será dirigir y promover la acción
catequética en toda la Iglesia, de modo que se borre la gran mancha de las
naciones católicas, que consiste en la ignorancia de la religión divina.
El
Concilio Vaticano II, aunque no elabora un documento sobre la catequesis,
sienta las bases para una renovación profunda de la misma. Los grandes
documentos conciliares sobre la Palabra de Dios (DV), sobre la Iglesia (LG),
sobre la liturgia (SC) y sobre la relación de la Iglesia con el mundo de hoy
(GS) ponen las bases de esa renovación (CF 71;DGC 27 y 2), en la que destacamos
diversos momentos.
El
punto de partida de la renovación contemporánea de la catequesis es la reacción
al momento llamado doctrinal. En este momento, se insiste en el contenido de la
catequesis, se presenta una síntesis de fe, se ofrece un mensaje completo:
dogma (credo), moral (mandamientos), vida sobrenatural (sacramentos,
oraciones). Sin embargo, los contenidos son muy abstractos, poco bíblicos, sin
jerarquía de verdades, sin conexión con la vida.
Surge
así el momento kerygmático. El kerygma (anuncio del evangelio) es la semilla de
la catequesis. El mensaje cristiano tiene un núcleo (Cristo, su misterio
pascual), del que depende todo lo demás (jerarquía de verdades); se recupera la
Biblia como fuente de la catequesis; se toma conciencia de la historia de la
salvación; preocupa la fidelidad al mensaje. Sin embargo, falta la experiencia
personal y social.
Para
evitar ese defecto, surge el momento antropológico. Preocupa la fidelidad al
hombre. Se valora la experiencia, la experiencia humana común y la experiencia
de fe. Se toma conciencia de que la iniciación en la fe tiene unas etapas y
supone un proceso. Sin embargo, se advierten estos riesgos: individualismo e
intimismo.
Surge
así el momento político. Se valora el compromiso. El campo de la experiencia es
también social y político. El evangelio es mensaje de liberación, buena noticia
para los pobres. Preocupa la fidelidad al hombre. Sin embargo, se advierten
riesgos: colectivismo, olvido de la dimensión personal.
A
veces coincidiendo con los anteriores, surge el momento comunitario. La
comunidad es el origen, lugar y meta de la catequesis. La fe se transmite en el
marco de una relación de fraternidad. La experiencia comunitaria de los
orígenes es norma y modelo de la renovación de la Iglesia. Se advierten algunos
riesgos: creerse superiores a los demás, individualismo asociado, cerrazón,
secta.
Durante
el posconcilio surgen nuevas síntesis de fe: Catecismo holandés (1969), Con
vosotros está (1976), Catecismo de la Iglesia Católica (1992). Se ofrece el
mensaje completo. Se valora (más o menos, según los casos) la expresión actual
de la fe. Se advierten riesgos: adoctrinamiento, con olvido de dimensiones o
tareas.
Poco
a poco, se ha ido tomando conciencia de que la secular ignorancia religiosa
implica, en realidad, una falta de evangelización. En el fondo, no es cuestión
de método ni de instrumento sino de conversión (CF 14;EN 15). Es preciso
evangelizar a los bautizados para que la Iglesia, así renovada y evangelizada,
sea más claramente luz de las gentes en el mundo de hoy. Dice el Sínodo
extraordinario (1985) en su relación final: La evangelización de los no
creyentes presupone la autoevangelización de los bautizados y también de los
mismos diáconos, presbíteros y obispos. Durante el posconcilio, este problema
es abordado con carácter de urgencia y con tratamiento catecumenal (EN 44 y
52;CT 44). Se necesita una nueva evangelización (CL 64;DGC 26,58 y 59). Solamente
así, mediante el servicio del Evangelio, puede cerrarse esa herida abierta en
el costado de la Iglesia, herida que no debe curarse a la ligera, para no
incurrir en el viejo error que denunciaron los profetas: Curáis a la ligera las
heridas de mi pueblo (Jr 6,14).
Tomado
con fines instruccionales de: Jesús López Sáez. CATEQUETICA FUNDAMENTAL.
Disponible en: http://www.comayala.es/Libros/catefunda/catefunda.htm
Para ampliar el tema se recomienda leer la siguiente lectura complementaria HISTORIA GENERAL DE LA CATEQUESIS
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